Refugiada en mi habitación, respiro ahogada por la angustia. Diagnosticaron depresión, pero me asusta la locura de un futuro tan voraz. Que no comprende de compasión, que no le importa quién cayó, que no te espera ni te aguanta, que te convierte en gladiador. Si no matas, debes morir, pues el pulgar nadie levanta.
Puede ser que algún día el hombre se de cuenta que no hay que hacer del futuro competencia, de la vida una histeria.
Sigo tirada en mi habitación, ya no respiro por la angustia. Se me hace cruel la realidad, el tiempo corre y se me escapa. Y no soporto la relación, entre política y corrupción, entre amistades sin valor, que existe entre el sexo y la plata. Entre codicia y humildad, entre lujuria y sociedad y de la bondad profana.
Puede ser que algún día el hombre se de cuenta ¿Y que fue? de las cosas que el alma alimentan. ¿A donde están? las virtudes, la decencia, los valores sin miserias.
domingo, 15 de noviembre de 2009
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